La racionalidad humana es limitada. Como se plantea desde la economía conductual (o behavioral economics), la capacidad analítica del ser humano se ve restringida por sesgos psicológicos, invalidando, de este modo, los postulados más ortodoxos de la economía clásica. En las siguientes líneas presentaremos un experimento cuyos resultados apoyan la tesis de los límites de la racionalidad, originado a partir de una encuesta que desde Empírica Influentials & Research desarrollamos para Clickoala. Por cierto, el informe Plásticos y otros residuos 2025, resultante de este trabajo, está disponible para los lectores de manera gratuita.
Partiendo de una batería de preguntas en las que se preguntaba por el nivel de aceptación de varias políticas públicas relacionadas con la gestión de los residuos, surgió la idea de formular uno de los ítems de dos maneras distintas. Un mismo concepto planteado en diferentes términos lingüísticos. La política pública en cuestión es la de la devolución de un depósito, por parte de los comercios, al entregar el cliente las botellas o envases vacíos una vez consumidos. Las dos formulaciones sugeridas fueron las siguientes:
Devolver botellas o envases vacíos al supermercado o a puntos de recogida, recuperando el depósito, que suele ser de unos 15 céntimos por envase, pagado al comprarlos
Subir el precio de cada envase o botella en unos 15 céntimos en concepto de depósito. Este depósito se recuperaría al devolver el envase al supermercado o puntos de recogida
De manera totalmente aleatoria, el 50% de los encuestados valoraron su aceptación del ítem 1; el otro 50%, el ítem 2. Un ser plenamente racional habría visto que ambas formulaciones se refieren exactamente a un mismo mecanismo: pagas de más y, al entregar la botella ya usada, te devuelven el depósito. Si esto fuera así, ambas formulaciones hubieran conseguido exactamente los mismos resultados. Pero, al analizar los datos…
Queda claro que la opción 1 disfruta de unos niveles de aceptación muy mayores a los de la opción 2. El 57% de los encuestados que vieron el estímulo 1 creen que es éste es muy buena idea, 31 puntos porcentuales más que los que vieron el estímulo 2. La diferencia entre ambas formulaciones es abismal. Y se trata exactamente del mismo mecanismo de devolución de depósito. La diferencia estriba en los términos lingüísticos: la primera formulación da la idea de incentivo, de «gano algo si me comporto así». En cambio, la segunda formulación sugiere la idea de penalización, de «si no hago esto, me castigan». Sí, la racionalidad humana es limitada.
Imaginemos ahora que la implementación de este sistema de recogida de residuos dependiera de una votación popular. Los responsables políticos deberían estar interesados en la aprobación de esta medida, dada la comprobada eficiencia del sistema de devolución de envases como mecanismo para reforzar la economía circular (no es el momento, aquí, de discutir sobre esta política). Si se llevara a cabo el referéndum, está claro que sus impulsores optarían por la formulación 1, dado que disfruta de una aceptación social mucho más amplia que la formulación 2. Y, quizá sin saberlo, habrían recurrido a un nudge, un instrumento que pretende orientar los comportamientos de las personas aprovechándose de sus sesgos mentales.
Quizá el nudge más paradigmático y reconocido por las personas (al menos las del sexo masculino) es el de la araña emplazada en los inodoros para hombres. Una simple araña de plástico colocada en el centro del inodoro hace que los baños se mantengan limpios por mucho más tiempo. Y el razonamiento no es racional: los hombres no piensan «voy a apuntar a la araña porque así mantendré el inodoro limpio». El razonamiento, totalmente irracional, es el de «me voy a mear en la araña, hehehe [sonidos guturales]». La idea de los nudge es precisamente esta, la de sacar provecho a los límites de nuestra racionalidad para conseguir conductas socialmente óptimas.
Dado el hecho que los nudgesno restringen la libertad de los individuos (solo orientan la toma de decisiones)y que consiguen resultados positivos en el moldeamiento de las conductas humanas, el campo de estudio de estos instrumentos en el desarrollo de políticas públicas está disfrutando de un gran auge en la academia.
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